Hay una carta para tí... |
La bicicleta permitió a los médicos visitar a más pacientes; acercó las cartas a sus destinatarios; facilitó el reparto de bienes básicos desde las granjas, como leche, huevos o pan; aumentó el número de niños que acudían a la escuela. Muchas profesiones se vieron beneficiadas por el uso del nuevo medio de transporte, mucho más económico que tener un carro tirado por tracción animal o que desplazarse a caballo, por no hablar de los posteriores automóviles. También se beneficiaban los ciudadanos clientes de estos servicios. Y cualquier persona podía hacer uso de su preciada bicicleta para acudir a su trabajo, cualquiera que este fuese.
Sí, cerveza |
Las bicicletas también entretuvieron a la gente en espectáculos circenses, en los que equilibristas y acróbatas demostraban sus capacidades físicas para asombro de los presentes. Animaron las competiciones deportivas, el ocio y el tiempo libre de los hombres y las mujeres, desde su invención hasta por supuesto la actualidad.
Las bicicletas permitieron a las fuerzas civiles y militares un rápido desplazamiento e intervención, tanto en paz como en guerra. En este último caso, salvaron muchas vidas de heridos, mejorando su evacuación o el acceso del personal y los suministros médicos. Disminuyeron los tiempos de llegada de los bomberos a los incendios en una época en la que un incendio urbano podía ser una auténtica catástrofe (recordemos el incendio de Boston). Lo mismo para las fuerzas policiales.
Por todo este progreso al servicio de la sociedad, nuestro más sincero homenaje a la bicicleta.
¿Y ahora? Muchas profesiones siguen desarrollándose sobre las dos ruedas, y no sólo la del ciclista profesional esponsorizado: cuerpos policiales de todo el mundo la utilizan. En Madrid, sin ir más lejos, la policía local (alguno de sus ciclistas me ha echado más de un cable) y diversos empleados que vigilan parques y jardines de interés histórico-artístico. Desde aquí felicitamos a las administraciones implicadas con el uso de la bicicleta.
Pero sin duda la profesión actual que mayor visibilidad tiene en nuestras ciudades actuales es la de bicimensajero. Por supuesto hay varios tipos, desde las empresas de mensajería ecológica, al reparto más o menos pautado de alimentos de producción ecológica, pasando por aquellos que reparten comida y otros servicios a domicilio. Estos profesionales realizan a diario un enorme esfuerzo físico, al enfrentarse al tráfico y al asfalto siempre contrarreloj, para que tu envío esté en su destino en el tiempo establecido, o para que tu comida llegue caliente y a la hora. La peligrosidad es alta precisamente en ciertos servicios en los que la prisa y la nocturnidad (o la madrugada, que también), que reduce la visibilidad de estos trabajadores, entran en juego. En ocasiones se les echa en cara ir por la acera, incluso con sus bicis cargo, o llevar a cabo conductas de riesgo a la hora de conducir. Detrás de esto también hay un trasfondo en el que a veces las condiciones laborales no son las más adecuadas: temporalidad, riesgo, presión, sueldo bajo. ¿Lo habías pensado alguna vez al pedir tu sushi un viernes noche?
Por eso desde aquí, también un homenaje a los bicimensajeros, y una petición a las empresas: cuidadlos bien, porque hacen una excelente labor reduciendo emisiones y tiempos de entrega. Se merecen ser valorados.
Esto es todo por esta semana! Hasta pronto!
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