jueves, 28 de abril de 2016

Usando gafas con lentes fotocromáticas en bici

Hola amigos! Este post es para gafotas, entre los que me incluyo. La gente que usa gafas y va en bicicleta es una especie aparte de ciclista. Tiene suerte, porque le entran menos cuerpos extraños en los ojos, le molesta menos el viento, se le mete menos agua de lluvia directamente en el ojo (vemos a través de una lente salpicada de gotitas, pero vemos), etc. Esto como ventajas. Como inconvenientes: si no usamos gafas de sol, la lente puede darnos reflejo en la piel y quemarnos más fácilmente la delicada piel del contorno de ojos, se nos escurren con el sudor y si son oscuras y/o de pasta dan mucho calor en verano. Además, nos gastamos una pasta en gafas de sol graduadas. En mi caso además no puedo usar lentillas de ningún tipo, así que como miope con un 2,75 en cada ojo, dependo de las gafas todo el día.

Hasta ahora, cuando empezaba la temporada de sol, me llevaba mis gafas de sol graduadas al trabajo y me las ponía al salir hacia casa por la tarde, porque hay varios puntos del recorrido, en dirección norte-sur, en los que me molestaba la luz, y enseguida me pongo a guiñar los ojos como un hurón o un vaquero en un duelo bajo el sol. De hecho soy capaz de ir en bici guiñando un sólo ojo, mientras que al otro me tape el sol mi propia nariz... En fin. Mis gafas de sol graduadas son bastante molestas, ya que son un modelo muy barato, de pasta negra, se calientan muchísimo con el sol directo y dan mucho calor en la cara. Como punto a favor, recubren muy bien y no me entra ni un rayito por ningún sitio.

Este año quise hacer una inversión en mí misma (sabía que serían carillas) e informarme sobre los cristales esos que cambian de color y se oscurecen en condiciones de sol. Se trata de cristales que reaccionan a la luz ambiente, y por ello se llaman fotocromáticos. O como me gusta llamarlos, "cristales solysombra". Ya nuestras abuelas y madres han tenido estos cristales, pero en su caso se ponían amarillos o rositas y se les seguía viendo el ojo a través de la lente. Ahora las cosas están muy avanzadas, y resulta que hay cristales que se oscurecen un 80%, y hasta un 100%. Y con cobertura ultravioleta y todas esas cosas necesarias, y colores a elegir: gris, marrón... Fui a la óptica y me explicaron todo, elegí (más bien me eligieron, con mucho arte la verdad) una montura nueva y me las hice. Me recomendaron el color marrón para la lente, ya que favorece la agudeza visual de las personas miopes, por lo visto. Los cristales elegidos fueron unos Transitions (marca) Signature (producto), de las cuales puedes saber más aquí. Se oscurecen hasta un 80%, por lo que en condiciones de playa o nieve recomiendan usar otras con protección total. Las hay aún más avanzadas (y caras), pero ofrecen entre sus mejoras reaccionar mejor en el interior de un vehículo. Y como yo no tengo coche, no me interesaban para nada: cuando alquile un coche, ya me pondré las de sol normales.

Muchas gracias, Getty Images :-)

Bueno, la cuestión es que estrené mis gafas y me encantan. Al principio me veía rarísima con esta montura más estilo cat-eye (que pesados son los diseñadores de gafas, que cada año se lleva una cosa diferente) y algo retro, ya que son de carey por fuera y azules por dentro. Parezco la archivera de Gotham. Además, como ya no son cuadradas, me veía mucho las ojeras, y no me veía tan favorecida como con las otras. Cuestión de acostumbrarse. En el lado bueno de la montura, al ser más grandes, cubren mucho más los ojos cuando los cristales se oscurecen.

¿Y que tal funcionan los cristales "solysombra"? Pues os diré que son alucinantes. Cuando sales de casa sales con tus gafas normales, de cristal transparente, y te olvidas de que son especiales. Luego cuando vas en bici y te da un poco el sol de cara, o el sol relumbra en los edificios o algo, los cristales empiezan a oscurecerse. El nivel de oscurecimiento se adapta a las condiciones: puedes llevar el cristal algo tintado, o totalmente oscuro. Cuando entras en un interior sin luz natural, o vas por un exterior con sombra, la gafa se vuelve a poner transparente en unos dos o tres minutos. Esos dos o tres minutos pareces una señora mayor, pero la verdad, son una pasada y si montáis en bici con vuestras gafas de ver, y os molesta el sol, os las recomiendo. Se acabó el parar a un lado para sacar vuestras gafas de sol, se acabó salir de casa con las gafas de sol puestas que en el portal no ves un pimiento porque ya está bastante oscuro. Ideal para padres y madres gafotas que por las mañanas además de la bici manejan varios bultos y personitas, y no pueden estar cambiándose de gafas según si hace sol o sombra. La conducción en bici se hace más cómoda, disminuye la fatiga visual y guiñas menos los ojos ante la claridad.

Creo que hay más marcas de cristales fotocromáticos, y me consta que hay gafas especiales fotocromáticas para ciclismo, pero no estoy segura de que también se puedan graduar. Espero que con mi experiencia sepáis que podéis tener cristales fotocromáticos con vuestras propias gafas de ver y vuestra graduación, y que no es necesario llevar una montura deportiva para montar en bici por la ciudad. Podéis hacérselo a una montura normal y corriente, del estilo que más os guste, e integrarlo en vuestra vida cotidiana urbanita.

Vaya, que os las recomiendo!!

Espero que os haya gustado el post, hasta la próxima!!

jueves, 14 de abril de 2016

¿Qué hay en el bolso de una madre ciclista urbana?

Hola ciclistas!! Esta entrada es fruto del reto lanzado por el blog de Verena Gröbli, en plan "¿qué hay en tu bolso?". Me dispongo a satisfacer vuestra curiosidad, cuando me doy cuenta de que cuando voy en bici, mi bolso lleva muy pocas cosas. Esto se debe a que tengo una gran cesta frontal, en la que meto cosas, incluido el bolso. En cambio los viernes que no voy en bici llevo el bolso a estallar, de hecho, tengo que cambiar a uno mucho más grande. Vais a ver que lo que llevo a diario es todo muy minimalista.

Hoy iba ligera de carga, sí

Mi bolso pequeño y sencillo, de diario, es de piel violeta oscuro, de unos 30 cm de longuitud, y contiene:

- Mi cartera (de piel, modelo de caballero, que son más pequeñas). Llevo documentación mía, pero también documentación variada de mi hijo.
- Mis llaves (de casa, candado de bici, batería de bici).
- Mi tarjeta de fichar en el curro, con su cordoncito de colgar al cuello porque también sirve para identificarse si bajamos de las oficinas a las salas para cualquier cosa (trabajo en un museo),
- Mi teléfono (adivinad porqué no sale en la foto)
- Sección belleza: bálsamo labial y a veces también un pintalabios. Del resto (desodorante, secador, cepillo de dientes, y hasta zapatos de recambio) tengo un pequeño surtido en el despacho, como ya conté hace tiempo en este post.
- Sección farmacia: desde un paracetamol a una compresa, para por si esos días. Si estoy mal de la garganta no falta el típico caramelo antiséptico.
- A veces llevo una memoria usb.
- Bonus: algún juguete suelto puede caer por mi bolso. Porque lo quiere llevar al cole pero antes de entrar me lo tiene que devolver.

Además, en mi cesta diaria, todo ello metido en una bolsa de cesta negra con asas, para evitar que se vea desde fuera todo el batiburrillo, hay:

- Mi bolso.
- Mi comida, normalmente un tupper y una fruta (si, practico el bento-bike). A veces añado cosas como café o té para el trabajo (hay que reponer el office de vez en cuando), un bocadillo para media mañana o galletas para compartir con mis compañeras. A veces también me llevo una botella especial con un zumo hecho en casa la noche antes. Comer en el trabajo a veces es triste, así que intento esforzarme por llevar comida casera y sana.
- Llevo una luz intermitente, apagada. Por si acaso un día volviendo a casa la necesitase. Igualmente si alguna vez sospechaba que iba a volver tarde, me he metido el chaleco reflectante en la cesta de la bici, aunque luego no haya tenido que usarlo. Pero esto no es un habitual de diario.
- Puedo llevar libros, carpetas de documentos, cosas para leer que me he llevado a casa o al contrario...
- El gorro y/o la bufanda y/o los guantes de mi hijo. No puede entrar al cole con complementos porque los pierden. Una vez que le dejo en el cole, van a la cesta.
- Si ese día va a llover, puedo llevar en esta misma cesta una capa impermeable de botones para poner a mi hijo rápidamente de camino al cole, directamente sobre la sillita portabebés. Si llueve, se lo quito cuando entra al cole y va a la cesta.
- Su casco no va en la cesta, va en la sillita, amarrado con el cinturón.

Por supuesto, hay días que la cesta de mi bici lleva cosas mucho más interesantes, como plantas, tortillas de patata, manualidades, compritas, y cosas así. Pero no es lo habitual. Me encanta ver por Madrid gente que lleva cosas curiosísimas en bicicleta, desde cuadros, mudanza de libros, cartones de leche, o como lo que me han contado compis, de llevar una máquina de coser o un ordenador. ¡Si es que realmente yendo en bici puedes llevar casi de todo!

Entenderéis que los días que no voy en bici, los viernes, mi bolso va pidiendo clemencia, entre mi comida, cosas de abrigo del niño, más lo de piscina, la mochila de judo, etc. Me resulta muchísimo más cómodo y saludable llevar mis cosas en la cesta de la bici. ¡Lo tengo clarísimo!

Bueno espero que os haya gustado! Hasta dentro de dos semanas ciclistas!