jueves, 8 de septiembre de 2016

Crónica de un verano (casi) sin bicicleta

¡Hola amigos ciclistas!  ¡Belleza en bici ha vuelto de vacaciones!
El verano ha llegado casi a su fin, ya casi todos estamos en casa y en las oficinas de nuevo. Para mi ha sido un buen verano, pero he echado muchísimo de menos montar en bicicleta. Desde que terminó el colegio en junio la realidad de los campamentos y ludotecas urbanas impusieron su lógica aplastante, y los madrugones mañaneros con mi hijo, las prisas, y los compromisos de muchas tardes hicieron que me pasase al transporte público.

En vacaciones me quedo sin bici y sin ciudad habitual (Madrid) que rodar... y eso me produce una gran desazón y un gusanillo físico y mental que no consigo quitarme. Durante nuestra estancia en un camping playero pude alquilar una bicicleta muy sencilla y verdaderamente muy oxidada y darme uno o dos paseos cada día, pero me sabía a poco, incluso llevando a mi hijo de paquete. El ritmo del recorrido que hago a diario para ir a la oficina no es muy fuerte, pero sí que es bastante más intenso que las vueltecillas que puedas pegar por una zona de vacaciones (si no quieres, como es mi caso, salir a la carretera). Además la bici de alquiler, aunque era muy maja, era demasiado ligera y ni siquiera al sacarla o cogerla me daba tanta caña como la mía, que pesa más del doble. A veces cuando la cogía me parecía que iba a salir volando de lo poco que pesaba...

De prestado, en el camping playero. Foto propia

La sensación general cuando pasas un verano sin bicicleta después de un largo año yendo al trabajo en bici es de que te falta algo. Tu cuerpo se resiente en todos los sentidos: notas como bajas de tono general, puedes empezar a dormir peor, subir una talla de ropa a traición, e incluso que tu ritmo intestinal empeore. Te falta ese ejercicio suave que te proporciona la bici y que es tan beneficioso. En mi caso hasta he llegado a plantearme hacer dieta durante las semanas veraniegas porque veía que de repente mi gasto calórico era claramente inferior, y claro, si comes igual o mucho más y ya no estás haciendo nada de ejercicio diario pues la puedes liar sin enterarte. (Para los curiosos: no, no hice dieta, ¿estamos locos?) Además, cuando la familia no comparte tu afición y ya no tienes un objetivo (la oficina) al que desplazarte es difícil continuar con el hábito.

Al final he ido compensando haciendo alguna ruta suave de marcha o dando paseos largos por la playa, el campo o la ciudad, y procurando meterme en el agua lo más posible.

Pero lo que es más difícil de compensar es, digamos, el "vacío emocional" que te deja no estar montando en bici. Vas a otra ciudad y allí ves a ciclistas urbanos dándose sus paseítos, haciendo la compra o llevando a sus peques, y pasas envidia. Te vas al pueblo y allí no tienes bici. Hablas con la vecina del pueblo que se hace sus rutitas de carretera y te estás mordiendo el labio. Ya se que hay un montón de opciones para llevarte la bici a donde sea incluso si como es nuestro caso no tienes coche, desde el tren hasta correos u otras compañías de mensajería. Pero sinceramente en mi pueblo si coges la bici es en carretera o en el monte, y yo en ese plan no me veo. Así que de nuevo me he quedado a dos velas, y me dan envidia hasta los niños que van en triciclo por el parque...

Cuando escribo estas líneas desde el pueblo aún faltan días para volver al trabajo, pero se que lo peor serán los primeros recorridos hacia la oficina. Ahí se verá mi falta de tono muscular, por mucha ruta por el monte que haya hecho, y me daré cuenta del fuelle (finamente, capacidad cardiopulmonar) que habré perdido. Sufriré unos días de agujetas y de tener que cambiarme la camiseta al llegar a trabajar, estoy segura. A media mañana tendré un hambre de las que dan vergüenza ajena a mis compañeras de trabajo.

Pero LO ESTOY DESEANDO.

Y tú ¿has pasado el verano sin bici como yo, o has tenido suerte y empeño y has seguido montando todas estas semanas?

Actualización: escribo este añadido tras diez días de mi vuelta al trabajo, un día antes de que se publique este post. Debo decir que la vuelta a la ciudad ha sido tan dura y satisfactoria como esperaba: pese a la ola de calor, he cogido la bici casi todos los días. Todos mis pronósticos se cumplieron, menos, curiosamente, el de las agujetas. Aún no me lo explico. Los esperados tres kilos de más, ahí estaban. Los sudores extra los he minimizado gracias a la eléctrica, tirando un poco más de lo habitual. No ha sido para tanto y ya ESTAMOS DE VUELTA!! :-)

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