jueves, 26 de mayo de 2016

Opinión ciclista (y demoledora) sobre pulsera Fitbit Charge HR

Hola amigos! Hoy quiero contaros mi experiencia tras casi un año usando una de esas cosas que llaman "wearables", es decir, tecnología que integramos en nuestra indumentaria diaria y que nos hace (supuestamente) la vida más fácil. El año pasado le regalé esta pulsera inteligente a mi marido por su cumpleaños, y después me compré yo otra. Dicen que te ayuda a adelgazar progresivamente, porque te monitoriza y que eso hace que la gente se pique (te puedes poner objetivos, lanzar retos a otros usuarios) y comience a llevar una vida más sana. Os cuento un poco mi opinión y nivel de satisfacción con el cacharrito.

Imagen vía la página oficial del aparato
En principio, la pulsera da poca talla y cuando te la compras online corres el riesgo de meter la pata. Hay dos tallas, pequeña y grande, y yo tan pichi (mujer, menos de metro sesenta y cinco) me compré la pequeña. La realidad es que me queda bastante justa, y al principio el plástico de la pulsera está tan rígido que no se curva bien alrededor de tu muñeca y todo te aprieta. El aparato viene con unas instrucciones algo atemorizantes estilo "si se le duermen las manos, deje inmediatamente de usar la pulsera". Reconozco que a mí los primeros tres o cuatro días se me dormían los meñiques. Las indicaciones sobre a qué altura de la muñeca y/o antebrazo debes colocar la pulsera para que registre adecuadamente tu ritmo cardiaco también son de traca. Como objeto a llevar en la muñeca, es bastante gruesa (aproximadamente 1 cm), por lo que si estás acostumbrado a un reloj extraplano como me pasaba a mí, te molestará para todo. Por ejemplo, se me suele quedar enganchada en las mangas de la ropa (ojo al ir en bici y levantar el brazo para señalizar).

Se supone que entre todas sus funcionalidades está diagnosticar la calidad del sueño, medir el número de pasos, número de peldaños subidos (en pisos, ajá), número estimado de calorías gastadas (calculado según tu metabolismo basal calculado a su vez según la media de tus pulsaciones y ejercicio físico diario), km recorridos, pulsaciones, peso (se lo metes tu a través de la App o se sincroniza con la báscula Aria) etc etc. La realidad es algo diferente. Para medir el sueño tienes que dormir con ella puesta todas las noches, y es bastante incómoda además de que se enciende con los movimientos. Eso me crispa. Si eres de cambiar mucho de postura por las noches, te dirá que has dormido mal aunque tu hayas dormido como un cesto. Los pisos subidos y bajados te cuenta tanto las diferencias de altura que hagas subiendo y bajando escaleras, como las que te hagas en las escaleras del metro, en el ascensor, o con una cota de altura progresiva (subiendo una cuesta) o eso es lo que nos parecía a mi marido y a mí, porque si no aquello no tenía explicación. Otra cosa muy graciosa es cuando te dice el número de pasos que has hecho: a mi me ha avisado de llegar a los 10.000 pasos (la programé para vibrar al llegar a esa cifra) removiendo una bechamel o cambiándola de sitio de una mesa a una estantería. Porque lo que mide es el movimiento de tu brazo y tu cuerpo al caminar, no realmente tus pasos. Mi marido por ejemplo la programó, cuando se cansó de los pasos, para que le avisase al sobrepasar un consumo calórico de más de 2000 calorías diarias. Y también le pasaban esas cosas, lo que ocasionaba siempre risas en casa. Hablo en pasado porque la pulsera de el fue presumiblemente descuartizada y tirada a la basura por nuestro hijo, en una suerte de accidente fortuito con encubrimiento alevoso, y ya no quiso comprarse otra.

Cuando vas a hacer ejercicio (salir a correr, hacer una clase de yoga, o subirte a la bici), tienes que avisar a la pulsera a través de la App instalada y sincronizada desde PC o dispositivo móvil. Un rollo, desde mi punto de vista. Si no haces esto, no toma nota de ese ejercicio y tomará medidas menos ajustadas, como las de todo el día. Yo nunca lo he hecho. Hace unos meses mejoraron la App y puedes ver ciclismo también, ella solita te lo identifica y muestra los minutos que has montado en bici. Pero tampoco funciona bien del todo, a mí siempre me saca menos minutos de los que hago realmente (debe ser que ya monto sin despeinarme y no me afecta a las pulsaciones).

Otra funcionalidad es sincronizar con el teléfono para que te avise de mensajes entrantes y llamadas (que después debes consultar y coger desde el terminal, no desde la pulsera). Pero esto sólo funciona si instalas cosas raras en el teléfono, si nunca alejas los dos cacharros más de cinco metros, y te avisan de que ambos gastarán mucha más batería. Adivinad si he usado alguna vez esta función. Premio.

La verdad es que es gracioso mirar la App de vez en cuando y ver cuantos minutos de cardio has logrado con la actividad física de ese día o semana, pero no se hasta que punto merece la pena. Para los que vamos mucho en bici, justamente hacemos pocos pasos, así que es un poco chufa. La batería dura 5 dias, no una semana, 5 días. Lo normal es que un día salgas de casa y te encuentres con que se te ha muerto el reloj. Y con esa gracia pierdes todos los datos que no hayas sincronizado previamente.

Y por último lo que menos me gusta de ella es que el reloj solo se enciende en el display digital si 1- levantas la muñeca hacia tí, 2- le das dos golpecitos con el dedo (diversión asegurada para los niños), o 3- le das al diminuto botoncito lateral. Resultado: no puedo ver bien la hora cuando voy montando en bicicleta salvo en los semáforos, porque si no es peligroso. Con mucho sol pasa como con la pantalla del móvil, que no se ve un pimiento. Como veis estoy feliz con ella.

Para finalizar, unas apreciaciones sobre la báscula Fitbit Aria. Desde el principio me cayó mal, porque en mi báscula analógica había adelgazado casi tres kilos, y esta maldita me los volvió a poner. Pero además, es que es un timo. Youtube está lleno de videos que denuncian su mal funcionamiento. Se supone que te pesa y te da tu porcentaje de grasa corporal. Pues bien, a mi marido siempre se lo dice, pero a mí me dice el peso y después me dice BF? (es decir body fat interrogación, y yo pienso para mis adentros WTF?). Eso es, yo no tengo grasa corporal para esta báscula, estoy lista para ir a una competición de alterofilia o algo. Una vez, una sola vez, me dijo que tenía un 10,8% de grasa corporal. Me quedé patidifusa y lo busqué en google: parece ser que lo saludable en una mujer de mi edad es de entre un 20 y un 30%, y sinceramente, yo delgada no estoy. Así que encima de dio un valor incorrecto.

Recapitulando ¿creo que fueron una buena compra? no, gastamos quizá demasiado dinero en objetos que no realizan la función prometida, o que son incómodos de usar. El dinero (en total 400 euros, que se dice pronto) habría estado mejor invertido en irnos de fin de semana, comer fuera o ahorradito en el banco. ¿Los volvería a comprar? pues no, para tener un cuentapasos, que es la función que más me gusta, me pillo uno mucho más básico, y que no sea de pulsera, y a correr. ¿Creo que son útiles para el ciclista urbano? Pues no, porque con otras aplicaciones tipo Strada, Endomondo y similares (por ejemplo la que incluye el Iphone) creo que quedan cubiertas todas o varias de sus funciones, y más, por ejemplo la posibilidad de ver tus rutas sobre plano.

Y hasta aquí mi demoledora opinión sobre la pulsera Fitbit, y de rebote sobre la báscula. Quizá haya gente que no esté de acuerdo conmigo, y a ellos les funcione genial y les cuadren todas sus posibles aplicaciones. Siento haber sido tan sincera, pero pasado el enamoramiento inicial que hace que no veas todos los defectos, el uso cotidiano a lo largo de muchos meses han dejado al descubierto la cruda realidad: un cacharro más, innecesario y que no funciona como debe. Recordaré esta compra como ejemplo de lo que el consumismo desaforado me influye en mi vida diaria, para ocasiones en las que necesite pensarme las cosas y contenerme un poco.

¿Vosotros usáis algún aparato de estos? ¿Aplicaciones? ¿Estáis contentos?
Gracias por leerme, y hasta pronto!!

jueves, 12 de mayo de 2016

Lectura ciclista: "Damas en bicicleta" de la señorita Erskine

Hola ciclistas!! Hoy os traigo una propuesta de lectura muy interesante, un manual de ciclismo escrito a finales del siglo XIX por una mujer apasionada por esta forma de desplazarse y practicar deporte. "Damas en bicicleta", en idioma original "Ladies cycling", está subtitulado "Como vestir y normas de comportamiento", pero es mucho más. Algunos lo veríais hace semanas en mi cuenta de twitter. Cuando me lo compré estaba entusiasmada y prometí reseña en el post cuando me lo leyese. Pues bien, este fin de semana tuve tiempo para dedicarle a esta breve pero edificante lectura. Este librito de 1897 recoge una buena introducción al ciclismo urbano en una década en la que hubo un auténtico boom, especialmente entre las mujeres. Como muy bien narra la introducción de los editores, y citando a Susan B. Anthony, "el uso de la bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo".



La verdad es que pese a su sabor añejo (la forma de expresarse de la autora es, por decirlo suavemente, tope victoriana), el libro está de plena actualidad. Yo me siento como si las ciclistas actuales fuéramos una reencarnación de la señorita Erskine. Me tomaria un té de las cinco con ella y me lo pasaría pipa, seguro. Me resulta enternecedor cuando compara el coste de una bicicleta con el de un pony, y expone las ventajas económicas de la primera. No hacemos nosotros lo mismo ahora al comparar el coste de una bici con el coste de un coche y todos sus gastos, o con el coste del transporte público? En cuestiones de indumentaria, la autora se revela como amante de la moda, pero ante todo, práctica. En eso también me he sentido muy identificada con ella. Es una defensora acérrima de los tejidos de lana, cosa que demuestra que lo suyo no era postureo, sino que hablaba la voz de la experiencia. Su dominio de marcas y tipos de neumáticos de la época, sus valoraciones de los diferentes fabricantes y modelos de bicis, tipos de frenos y faros delanteros, es una delicia. Atención amantes de la bici clásica, que aquí hay miga! Y como mujer precavida, concede una gran importancia tanto a los frenos como al uso del timbre. También controla de mecánica, en eso debo decir que no he salido a ella.

Cuando lleguéis a la parte en la que hace una encendida defensa del derecho de los ciclistas a circular por el centro de la calzada de sus ciudades, en vez de por ridículos y peligrosos arcenes, os emocionaréis. Y sus consejos para practicar el cicloturismo (por ejemplo, como enfrentarse a tramos de escalada) son bastante graciosos.

Se trata de una lectura muy curiosa, pero también muy gratificante. Te deja la sensación de que el ciclismo urbano tiene historia, tiene trasfondo. Señores, estábamos ahí antes de que los sucios coches llegaran a las ciudades, esto se trata de recuperar nuestro territorio. El librito se lee en unas pocas horas o en un fin de semana, según el tiempo que se le dedique. Yo tengo la edición de la editorial Impedimenta, que compré en una librería muy chula, Los Editores, en la calle Gurtubay. Pero estoy segura de que al ser una obra ya con ciertos años a sus espaldas (pese a que ha envejecido bien) habrá algún ejemplar disponible en el dominio público, tanto en español como en su inglés original. Bueno, pues os invito a leerla, a regalarla, a recomendarla... estamos ante una buena muestra de nuestros orígenes, sin duda.

Espero que os haya gustado esta propuesta de lectura! Hasta dentro de dos semanas!